A pesar de los beneficios incuestionables que ofrecen los espacios flexibles, es importante señalar que existen desafíos en su adopción. Uno de los principales es la capacidad de alinear y permear la cultura organizacional de una compañía a través de un espacio flexible, cuya imagen colectiva está asociada con un cierto tipo de público y producto. Sumado a esto, existe siempre una posibilidad de impactar en la pérdida o retención de talentos, dependiendo de las características de los usuarios y cómo las actividades que ellos realizan se alinean con el diseño y funcionalidad de los espacios. Por poner un ejemplo, si bien un usuario de espacios centennial podrá verse motivado por la posibilidad de elegir el lugar de trabajo a través de una membresía, un usuario Gen X, cuyo trabajo implica largos periodos de concentración, probablemente experimentará un shock en la manera de realizar sus tareas en un espacio colaborativo, sin posibilidad de hacer uso de un lugar asignado.
El primer acercamiento para explorar el uso de espacios flexibles debe hacerse a través de un enfoque de entendimiento del propio negocio y las formas de trabajar de los colaboradores, utilizando estudios de Workplace Strategy, que es clave para garantizar el éxito en la adopción de espacios flexibles ya que no hay una receta única que garantice un resultado positivo en su adopción. Para asegurar un buen resultado, es importante conocer y entender a profundidad la cultura organizacional de una compañía, así como analizar a la población, no sólo en términos de edades, preferencias y cercanía, sino respecto a las actividades realizadas, la manera de trabajar, y el tipo de espacio requerido en función de ello.