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El verdadero costo del traslado: transformar la experiencia laboral desde la oficina

COMUNIDAD

No, no todos tenemos las mismas 24 horas

Es común escuchar cierta frase que enaltece la productividad, un llamado a la acción para aprovechar cada minuto del día sin importar condiciones. Pero en ciudades como la Ciudad de México, Lima o Bogotá, esta premisa se desmorona. La realidad es que no, no todos tenemos las mismas 24 horas, y una de las principales razones se encuentra en algo tan habitual y, a la vez, trascendental: el lugar donde trabajamos. 

Este no es un problema de falta de disciplina, sino de diseño urbano y, lo que es más importante, de una decisión estratégica que cada día impacta de forma dramática en la vida de miles de personas: la selección del sitio de un corporativo. 

El tiempo, el verdadero costo de la distancia 

En la Ciudad de México, el simple acto de ir a la oficina puede consumir una porción considerable del día. Es común escuchar la travesía que puede significar un viaje a ciertas zonas de la ciudad donde se encuentran los centros de labores: un trayecto de ida que en transporte público puede tomar al menos dos horas, y que con la lluvia —un evento común en la Ciudad de México — se extiende a más de tres. Eso es una sexta parte de tu día dedicada, solo, a transporte hacia y desde e trabajo. Si bien un auto particular puede reducir ese tiempo a, digamos, una hora, sigue siendo un tiempo valioso, y para muchos es un lujo que no pueden permitirse, tanto por el costo económico como por el estrés del tráfico.

Esta pérdida de tiempo es un fenómeno común en las grandes urbes latinoamericanas. En Bogotá, el tiempo promedio de viaje al trabajo puede superar los 60 minutos, y en la GAM de Costa Rica, un día de tráfico puede sumar una hora y media a un trayecto que sin congestión toma apenas 40 minutos. ¿Qué significa esto en términos humanos? Un habitante de la CDMX puede perder más de seis días al año solo en el tráfico, sin contar el regreso a casa.

Más allá de las horas perdidas: el impacto silencioso

El problema no es solo la cantidad de horas. Es el desgaste invisible, la factura que se cobra en la calidad de vida. Los largos traslados son una fuente constante de estrés y ansiedad. Reducen drásticamente el tiempo de calidad que una persona puede pasar con su familia, con sus amigos o en actividades que la recarguen. Es el ciclo de “vivir para trabajar y trasladarse para dormir”, una rutina que devora el bienestar mental y físico. 

Pero también existe un costo económico. En la CDMX por ejemplo, el gasto mensual en transporte público para un trayecto de las afueras a la capital puede ascender a más de mil pesos mexicanos, lo que representa un porcentaje significativo del salario de muchos trabajadores, una inversión obligatoria para poder cumplir con sus responsabilidades laborales. En otras palabras, la ubicación de la empresa se traduce directamente en un impuesto que el empleado paga con su tiempo, su salud y su dinero. 

La responsabilidad de la selección del sitio 

Aquí es donde entra en juego la importancia de una selección de sitio profesional, una decisión que va más allá de la renta por metro cuadrado. Un empleador tiene la capacidad, y en cierto modo la responsabilidad, de impactar positivamente en la vida de su gente. 

Seleccionar un corredor de oficinas consolidado, bien conectado con opciones de transporte público y con una red de servicios aledaños—desde oferta de comida para distintos presupuestos hasta farmacias, cafés y tiendas de conveniencia—, no son temas menores. Esta es una inversión estratégica que beneficia a todos: 

– Para el empleado: Reduce el tiempo de traslado, minimiza el estrés, mejora la calidad de vida y permite un mejor balance entre la vida personal y laboral. 

– Para el empleador: Se traduce en una mayor productividad, una menor rotación de personal, un ambiente laboral más sano y, en última instancia, una operación más eficiente y atractiva para los mejores talentos.

La decisión que lo cambia todo 

Es hora de cambiar la narrativa. La selección de sitio de un corporativo no es una simple elección inmobiliaria, es una decisión estratégica que moldea la experiencia diaria de los trabajadores y, por ende, su capacidad para rendir y ser felices. Para los tomadores de decisiones, es un llamado a evaluar profesionalmente la ubicación de sus oficinas, a considerar el bienestar del recurso humano como un activo tangible y a reconocer que, al final del día, la mejor inversión que una empresa puede hacer es devolverles a sus empleados lo más valioso que tienen: su tiempo. 

La verdad es que, aunque todos tengamos 24 horas en teoría, existe una gran diferencia con el tiempo que verdaderamente queda a disposición de las personas. 

Contacto

Diego León Laos

Marketing Director Latin America

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