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¿Cómo regresaremos a las oficinas? Menos transporte contaminante, más calidad de vida

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En el contexto actual, es claro que la reactivación económica es de interés generalizado y el retorno a las oficinas de millones de personas -en especial de aquellas a las que la presencia física es irremplazable o representa un diferenciador importante-, inminente.

Si bien en la mayoría de países aún existen actividades que demandan el traslado de un gran número de personas -como educativas o recreacionales-, imaginar altísimas concentraciones de trabajadores desplazándose en horas de la mañana y tarde en los rush hour o embotellamientos como era el caso pre pandémico, debiera ser una imagen que deberíamos evitar tanto por los riesgos de contagio como por las altas tasas de contaminación que se experimentaban.

De acuerdo con la publicación “Congestión urbana en América Latina y el Caribe: características, costos y mitigación” del Banco Interamericano de Desarrollo, la demora total del transporte privado en 2019, llega a superar los 600 millones de horas en ciudades como Sao Paulo y la Ciudad de México, y supera las 300 millones en Lima, Bogotá, Río de Janeiro y Buenos Aires. Específicamente en Bogotá y Lima, este número de horas perdidas en el congestionamiento son equivalentes al 9% y 8% de las horas trabajadas promedio a la semana, respectivamente. 

 “En términos económicos, estas pérdidas representan: 1,1% del PIB de Buenos Aires, Montevideo y Sao Paulo; 1% de Santiago; 0,9% de Bogotá y Río de Janeiro; 0,8% de Lima; 0,7% de Santo Domingo; y 0,5% de San Salvador y México.”, solo por la congestión en dichas ciudades producto del congestionamiento, indica el reporte.

Fuente: Congestión urbana en América Latina y el Caribe: características, costos y mitigación” del Banco Interamericano de Desarrollo, 2021

Lo cierto es que este fenómeno se explica, en gran medida, debido al incremento desmedido del auto particular y la falta de planificación e inversión en transporte público masivo e intermodal en la mayoría de urbes latinoamericanas. Este círculo vicioso, en el que un trabajador se encuentra exhausto por utilizar un sistema de transporte público lento, saturado y que no responde a los desplazamientos de su hogar a su centro de labores, lo orillará a comprar un vehículo. Este ocupará un espacio físico en calles y avenidas que, en promedio solo movilizará 1.5 personas, y, al multiplicarse esta situación, terminará por saturar el espacio, incrementar el tráfico, aumentar los tiempos de traslado y colapsar el sistema de transporte para públicos y privados.

Por ejemplo, según datos de la Encuesta Origen – Destino elaborada por el INEGI en 2017, para ir al trabajo en la Zona Metropolitana del Valle de México,

 A pesar de contar con información contundente de esta composición, en el informe del IMCO indicaron que solo el 1.2% del presupuesto federal se destina a movilidad.

 

Para el caso de Bogotá, un informe de Planeación Distrital en 2017 mostró que de los 15 millones de viajes que se realizan diariamente,

 Desde entonces, se ha continuado la expansión de la cobertura del Transmilenio, sin embargo, Bogotá se mantiene en el top mundial de las ciudades con más tráfico del mundo.

A su vez, son innegables las formas de contaminación del transporte motorizado, en el que, de acuerdo con el “Análisis de la movilidad urbana. Espacio, medio ambiente y equidad” del Banco de Desarrollo de América Latina, se puede resumir en: 

  • Contaminación de olor y visión
  • Presencia de contaminantes en el aire
  • Smog
  • Lluvia ácida
  • Efecto en la capa de ozono
  • Efecto invernadero

Estos, según la misma publicación, se identifican por la producción de contaminantes emitidos por medios de transporte como óxidos de nitrógeno, gas carbónico, dióxido de carbono, partículas líquidas o sólidas, hidrocarburos, monóxido de carbono, dióxido de azufre, plomo y ozono; que, como se puede observar en la tabla a continuación, son generados de forma contundente y en gran medida por el transporte individual.

Emisión de contaminantes locales por el transporte colectivo e individual (%), grandes ciudades de América Latina (2007)

Priorizar el acceso a transporte público de calidad entonces posee un gran valor. Un análisis de Site Selection enfocado tanto en la ubicación de los trabajadores de una empresa y la búsqueda de localizaciones con acceso a transporte público masivo como, por ejemplo, Metro o sistemas RBT -conocidos como Metropolitano, Transmilenio o Metrobús en Perú, Colombia y México, respectivamente- ofrecen la posibilidad de reducir tiempos de traslado y decidir qué modo de transporte se encontraría menos saturado. Aún mejor, aquellas ubicaciones donde se encuentre infraestructura para poder desplazarse en bicicletas será – como se ha demostrado a lo largo de la cuarentena- un modo de transporte seguro y saludable tanto para la persona como para el medio ambiente. 

En Europa, según un artículo publicado por The Guardian en marzo, una encuesta entre 21 ciudades dio como resultado que el 64% de personas no quería regresar a los niveles de contaminación pre pandemia. Además, 75% se encontraban dispuestos a reconvertir espacio público destino a autos y 21% planeaban usar más la bicicleta después de la cuarentena. En Barcelona, se construyeron 20 km de ciclovías en el verano pasado para atender a la población que evitaba el transporte público y se espera que para 2024, su red sume 300 km. En Milán han reportado un incremento de hasta 122% de ciclistas al día, en París llega a 70% y en Lisboa se reporta en 25%.

En algunas ciudades, las ciclovías emergentes ya ven su consolidación hacia permanentes, cuestionada. Cómo regresamos a las oficinas es fundamental para que sea sostenible el “equilibrio” sanitario y se requieren soluciones creativas que incluyan el reconocimiento del verdadero valor de la infraestructura de movilidad y el uso de transporte ecológico, seguro y saludable que reduzcan el impacto en la calidad del aire en las zonas urbanas densas, propias de los principales corredores de oficinas en Latinoamérica.

En este Día Mundial del Medio Ambiente, reflexionemos sobre la posibilidad de usar menos el auto particular, caminemos más y procuremos el uso de transporte público por el bien de nuestra sociedad en su conjunto.

Información del autor
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Diego León Laos

Marketing & Research Specialist | CDMX 

diego.leon@nmrk.com